domingo, marzo 30

¿Qué es la filosofia?

La filosofía se interesa por los elementos de la realidad que no se perciben sino a través de un pensamiento reflexivo, más aún es la reflexión sobre algo que el hombre hace o ha hecho, este que hacer, es referente a las prácticas humanas. Así, la filosofía trata de definir las actividades humanas, clasificarlas y trazar fronteras entre ellas, a través del reconocimiento del hombre de la experiencia humana y que resulta de la conciencia de cada uno, que nos abre a una totalidad impresionante, en otro sentido se puede decir que la filosofía no se puede definir sin antes hacerla a partir de nosotros frente a una realidad: la propia vida compartida en sociedad.
La persona humana es al mismo tiempo esa experiencia que se realiza por su pensamiento y afectividad, que se ponen en juego en un contexto de libertad ejercida desde la propia voluntad, que permite una autoconstrucción y creación de sí mismo a partir de la propia reflexión.
La filosofía como promotora de una inquietud de búsqueda de la mayor lucidez posible, parte del conocimiento profundo del ser humano en sí mismo y sus relaciones; para encontrar la forma más plena de vivir y sobrevivir como ser humano, discerniendo lo que se esconde en cada ruptura, crisis, precariedad, certeza o duda. Esta manera de filosofar es sentir que tocamos el fondo de una realidad que nos impacta; implica dialogar con uno mismo, con las cosas, con los seres, con los hombres, poniendo en juego la totalidad de la persona y la experiencia humana. Este encuentro de sí mismo ayuda al hombre a descubrir si está perdido, en tal caso se da cuenta que la situación en la que estaba era más cómoda pero falsa, pues vivía en una desorientación radical; ahí se inicia un movimiento para salir por sí mismo, que hace experimentar al hombre que tiene más realidad; aunque esta sea menesterosa, dolorosa y vacilante. Sin embargo, esta entrada en sí mismo no es aislamiento pues la vida humana no pasa dentro de uno, sino fuera en relación con los otros y la realidad.
La filosofía nace de la experiencia humana, y de todo lo que ella significa, como lo indicó Heidegger en el fenómeno que estudia: El Dasein[1]; dicho término, no se refiere a un ser humano singular, sino a la realidad humana en su cotidianeidad. Este análisis del Dasein se encamina a destacar las estructuras que lo constituyen, como un ser-en-el-mundo, lo que nos ayuda a entender que la filosofía no es sólo un mero ejercicio de interiorización que nos deja en uno mismo, sino la reflexión entendida, de donde surge una interpretación de la realidad que nos devuelve la propia conciencia, situándonos en la totalidad que nos abarca y que nos permite extendernos en un espacio y tiempo, que lejos de encarcelar, lleva al hombre a una transformación total de la percepción del mundo proveyéndola de sentido y significado. Por lo tanto, la filosofía es incentivo de una actitud de constante interpretación de la realidad humana ante la cual se hace necesaria una radicalidad de vida como búsqueda perseverante que dé sentido a la propia existencia y realidad de la experiencia humana.
Ante este panorama se plantea la pregunta sobre cómo tener una experiencia real con la filosofía, cuando ésta “más bien juega el papel de medio y a la vez de guía para hacer un análisis coherente de las experiencias de la vida...”[2] Se dice entonces que la posibilidad de tener dicha experiencia primero será intrínsecamente personal, que nazca de la persona misma en cuanto comienza a cuestionarse “...sobre las incógnitas e incertidumbres que se tienen en la vida y las cuales están presentes en la realidad...”[3]; Sin embargo no es suficiente dicha postura, es necesario que el hombre sienta una capacidad de ofrecer respuesta a dichas cuestionantes. Situación que se torna difícil pues el hombre se encuentra en indiferencia por pensar y razonar sobre lo que acontece en la vida. Y como ya se ha afirmado en párrafos anteriores, existirán dos posturas; una del hombre que se siente en verdad de las cosas y no gesta la actitud de búsqueda de respuestas, y la del hombre, que su misma situación de incertidumbre lo hace buscar su verdad.
Como vemos son varios los factores que se ponen en juego para poder tener una experiencia con la filosofía. No obstante, la verdadera experiencia con la filosofía es precisamente el ejercicio que el hombre hace cuando se encuentra en una situación precaria que necesita respuestas, generando la actitud de búsqueda y ofrecimiento de respuestas que den certezas frente a las experiencias humanas de la vida.
El hacer filosofía es entonces no sólo un ejercicio de reflexión sobre la propia realidad humana, experiencias trazadas y delimitadas del ser humano, también es camino hacia una plenitud, que apela a lo más esencial del hombre, puesto que la condición humana corresponde a una vida según el espíritu. Proyectando la vida propia, consciente de sí, realizándose cada uno a sí mismo, valorando lo que se asume como propio, sin sometimientos extraños.
La plenitud del hombre es pues abrir la posibilidad de afirmación no alienada de cada uno y su mundo, sino la realización de posibilidades de una vida llena de valor y sentido, que construye una realidad enriquecida que se plasma en un estilo de vida audaz y estimulante que cada uno es capaz de llevar a cabo en su modo y su momento, conviviendo y creando su cultura y su personalidad entre sus contemporáneos.
[1] El ente al que hay que preguntar para poder hacer transparente la pregunta que interroga por el sentido del ser. Heidegger, Martín, El Ser y el Tiempo,1927.
[2] FLORES, Juárez, José Luis, ¿Cómo tener una experiencia real con la filosofía?, IFFIM, p. 1, Zapopan, Jalisco, 2005.
[3] Loc cit.

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